El 12 de septiembre de 1845, Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II Duque de Ahumada y fundador de la Guardia Civil, sabedor de que el uniforme es un símbolo diferenciador de la identidad corporativa y a efectos de homogeneizar el procedimiento de revista de policía ante el notable aumento de los acuartelamientos, muchos de ellos emplazados en lugares remotos de la geografía española, dictó una circular que recogía una serie de instrucciones dirigidas a la vigilancia del correcto uso del vestuario y equipamiento.
Su artículo primero señalaba que "desde el 15 de abril, al 15 de septiembre a las 7 de la mañana, y a las 8 en los otros seis meses del año, o en horas más adelantadas cuando en las marcadas se halle la fuerza de servicio, pasarán la revista de policía todos los puestos de la Guardia Civil, aunque sólo sean de cuatro Guardias”, estipulándose qué piezas de uniformidad, municiones, correaje, equipo, montura, eran objeto de revista según los días de la semana. Por su parte, el resto del articulado regulaba aspectos tan variados como los repuestos, la colocación de los corbatines, recomendaciones del uso de prensas, así como la prohibición del uso de alpargatas.
En la actualidad, la normativa vigente establece que, en atención al respeto que deben a los ciudadanos y como expresión de su formación y disciplina, los guardias civiles cuidarán su aspecto, compostura y aseo personal. En este sentido, la Orden General número 9, de 22 de noviembre de 2012, del mando, disciplina y régimen interior de las Unidades, en concordancia con la Orden PRE 1983/2012, de 14 de septiembre, por la que se declaran de aplicación a la Guardia Civil diversas normas del ordenamiento militar sobre mando, disciplina y régimen interior, señala que, “como reflejo externo de la disciplina, los guardias civiles vestirán el uniforme con orgullo, corrección y propiedad; la adecuada colocación y el uso apropiado de sus prendas contribuyen a que individualmente alcancen la consideración pública y a preservar la dignidad de la Institución”.