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La izquierda abertzale, con EH Bildu y su entorno proetarra a la cabeza, ha desatado una nueva polémica al promover un homenaje a los asesinos etarras Jon Paredes Manot, alias ‘Txiki’, y Ángel Otaegi, dos miembros de ETA  fusilados en 1975.

Este acto, programado para el 27 de septiembre en el pabellón Anaitasuna de Pamplona, con motivo del 50 aniversario de su ejecución, ha reavivado la dolorosa batalla por el relato del terrorismo etarra, un azote que durante cinco décadas dejó cerca de 900 víctimas mortales, miles de heridos y un profundo trauma en la sociedad española.

Cada año, coincidiendo con el ‘Gudari Eguna’ (Día del Soldado Vasco), el entorno de la izquierda abertzale rinde tributo a estos dos terroristas, presentándolos como "luchadores antifranquistas" o incluso "mártires por la libertad". Este verano, la exhibición de pancartas, carteles y globos con los rostros de ‘Txiki’ y Otaegi en fiestas patronales de País Vasco y Navarra –como en Vitoria, San Sebastián o Zarautz–, tomando el espacio cultural y festivo, ha intensificado la indignación de las víctimas de ETA, asociaciones cívicas y partidos democráticos.

Según el Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE), solo en 2025 se han documentado 135 actos de apoyo a ETA durante estas celebraciones, casi el doble que el año anterior.

El núcleo del conflicto radica en el intento de Bildu y Sortu, el partido mayoritario de la coalición liderado por Arnaldo Otegi, de reescribir la historia de ‘Txiki’ y Otaegi, ignorando su historial criminal. Ambos fueron condenados por delitos graves: Paredes por el asesinato de un policía en Barcelona y Otaegi como cooperador necesario en el homicidio de un guardia civil en Azpeitia. Estos asesinos lejos de ser "luchadores por la democracia", como pretende la izquierda abertzale, son terroristas ya que su actividad en ETA se enmarcó en una estrategia de violencia y terror que buscaba imponer un proyecto político totalitario, no una sociedad democrática.

La sociedad no debería permitir que ningún tipo de terrorismo pueda ser objeto de cualquier tipo de homenaje, ni la manipulación del relato que intenta blanquear la actividad de los terroristas, legitimando sus asesinatos y sus actos de terror y violencia.

Asociaciones como COVITE, AVT o la Fundación Fernando Buesa han denunciado la manipulación del relato, recordando que "el uso de la violencia deslegitima los fines" y que ETA "nunca luchó por la democracia, sino por un proyecto excluyente".

La izquierda abertzale, sin embargo, insiste en su narrativa, asegurando algo tan surrealista como intentar hacernos creer que, en cualquier país europeo, los asesinos ‘Txiki’ y Otaegi serían objeto de homenajes institucionales. Precisamente este tipo de declaraciones, han hecho que asociaciones de víctimas del terrorismo hayan calificado de "provocación e indignidad", al buscar equiparar la lucha armada de ETA con la resistencia antifranquista, ignorando los crímenes de la banda, que incluyeron asesinatos de civiles, políticos y agentes de las fuerzas de seguridad hasta 2010.

Esta ofensiva de Bildu no solo reabre heridas, sino que desafía a las instituciones democráticas y a la justicia, que en el pasado han condenado actos de enaltecimiento del terrorismo. La proliferación de simbología etarra en espacios públicos, contraviene el espíritu de convivencia y respeto a las víctimas.

La batalla del relato no es solo una cuestión de memoria histórica, sino de principios democráticos.

Mientras Bildu y su entorno insisten en glorificar a quienes optaron por el terrorismo, las víctimas de ETA y la sociedad civil exigen verdad, justicia y reparación. Como afirmó Maite Araluce, presidenta de la AVT, "no podemos permitir que quienes blanquean el terrorismo nos hablen de reconciliación sin renunciar a su pasado".

En un país que aún cicatriza las heridas de décadas de violencia terrorista etarra, el intento de reescribir la historia de ‘Txiki’ y Otaegi como héroes antifranquistas, olvidando su pasado terrorista, no solo es una afrenta a las víctimas de ETA, sino un desafío a la democracia misma.

La sociedad española, las instituciones y la justicia deben responder con firmeza para garantizar que el relato del terrorismo no sea secuestrado por quienes buscan justificarlo.

Antonio Mnacera Cárdenas

Director