El 23 de septiembre de 1891, alrededor de las 23:30 horas, el tren expreso número 4 procedente de Madrid y el mixto número 21 procedente de Irún colisionaban frontalmente a dos kilómetros y medio de la de la estación de Burgos, entre ésta y Quintanilleja, causando 14 muertos y 17 heridos, algunos de ellos de gravedad.
La mayoría de los viajeros regresaba a sus lugares de origen tras haber pasado las vacaciones estivales en las playas del Cantábrico.
La causa del siniestro fue un error humano por parte del jefe de estación, ya que dio indebidamente salida al tren expreso ascendente de la estación de Burgos en dirección a la de Quintanilleja sin tener en cuenta que había concedido la vía expedita para que viajara en dirección a Burgos el mixto descendente. En plena recta se encontraron ambos trenes; mientras el mixto pudo parar, el expreso siguió avanzando hasta chocar brutalmente contra el otro.
A bordo del tren que menos daños sufrió viajaban el 2º Teniente Pedro Saavedra y el Sargento Juan Franco, acompañados por los Guardias Civiles Agustín Infantes y Víctor Rodríguez, de la Comandancia de Valladolid, que durante los primeros momentos hicieron todo cuanto les fue posible para auxiliar a los heridos, y que junto a otros viajeros no dudaron en arriesgar su propia vida para intentar salvar la de los demás, logrando evitar una catástrofe de mayor magnitud gracias a su gran labor. Acto seguido se personó la fuerza franca de servicio de la capital de Burgos y toda la de Quintanilleja para reforzar las labores de auxilio.