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cabeceratribunabenemerita

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El 5 de noviembre de 1986, una operación conjunta de la Policía del Aire y de Fronteras (PAF) francesa y del Servicio de Información de la Guardia Civil permitió descubrir en la cooperativa SOKOA, ubicada en Hendaya (Francia), un depósito de material de ETA

El depósito incluía cuatro lanzacohetes (uno de ellos de fabricación soviética); dos lanzamisiles armados con sus respectivos misiles de fabricación soviética; diferentes armas de fuego (subfusiles, pistolas, revólveres); abundante munición para esas armas; chalecos antibala; dinero en efectivo en papel moneda de distintos países (francos franceses, francos belgas, francos suizos, marcos alemanes, dólares USA, dinares argelinos, pesos mexicanos, libras libanesas, dólares canadienses, dinares yugoslavos y pesetas); y documentos personales de identidad falsificados. 

La operación contraterrorista de la PAF y de la Guardia Civil se completó con la detención de un total de 11 individuos, siete miembros de ETA y cuatro ciudadanos franceses. Entre los miembros de ETA arrestados estaba José Luis Arrieta Zubimendi “Azkoiti”, en ese momento responsable de las finanzas de la organización terrorista.

En la fábrica de muebles SOKOA también fue incautado un importante volumen de documentos, destacando los relacionados con actividades económicas de ETA, incluidos los ingresos de la organización terrorista procedentes de la extorsión.

Por todo ello, más allá del armamento y del resto de efectos intervenidos, la explotación de esta operación permitió tener acceso por primera vez a la documentación económica de la organización terrorista y conocer la estructura financiera de la misma.

Además, la documentación incautada permitió el conocimiento de determinados planes sobre la futura comisión de acciones terroristas, en torno a los cuales la información que había sido recopilada por ETA podía considerarse elaborada como para pasar a la fase final de materialización de atentados. 

En este sentido, entre la información incautada destacó la que se refería a objetivos de Madrid, principalmente sobre dos oficiales de alto rango de la Armada con informaciones altamente elaboradas y que requerían de un seguimiento exhaustivo de sus movimientos, con un estudio minucioso de itinerarios y las posibilidades que ofrecían para cometer un atentado.

Sin embargo, esta operación será recordada por el procedimiento de investigación utilizado por la Guardia Civil para detectar el depósito clandestino utilizado por ETA.  A sabiendas de que la organización terrorista pretendía adquirir en el mercado negro internacional dos misiles, se trabajó junto a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense para vigilar una venta controlada, de tal manera que el rastro de ese armamento llevara hasta la ubicación del escondite terrorista.

Para ello se colocó en los misiles inactivos un dispositivo de seguimiento que permitió localizar la señal en la cooperativa SOKOA de Hendaya, permitiendo detectar dónde se hallaban almacenados los misiles junto al resto de los efectos intervenidos. 

Las detenciones efectuadas en el marco de esta operación y la documentación incautada supusieron uno de los mayores logros en la lucha contraterrorista hasta esa fecha. Además, supuso el primer gran servicio realizado conjuntamente por la Guardia Civil y las autoridades francesas en la lucha contra ETA.  

El éxito de la operación obligó a ETA a plantearse todo su sistema de seguridad ante la vulnerabilidad de un centro de actividad tradicional al que la organización terrorista consideraba seguro.