En estos últimos tiempos resulta difícil entender lo que sucede a nuestro alrededor y quizá las noticias nos advierten de un declive generalizado en las instituciones donde los escándalos se suceden y nos muestran la cara más amarga de aquello que admiramos.
Hablo de la institución, para mí por excelencia, la Guardia Civil. Hombres y mujeres que llevaron a cabo grandes logros a lo largo de 178 años de historia. Hombres y mujeres que han hecho con su labor, honestidad, integridad, honorabilidad, grande a la institución que todos conocemos.
Y por ellos, por esas personas, quiero hoy romper una lanza.
Para ello utilizaré el título de una conocida película: "Algunos hombres buenos", y diré que son algunos y muchos los que hacen gala de esos adjetivos tan importantes que llevaron a la Guardia Civil a la cúspide donde, con todas sus especialidades, han demostrado cumplir el objetivo de proteger a los ciudadanos ante innumerables situaciones. Dejándose la vida cuando fueron vilmente asesinados por los terroristas de ETA, haciendo sus brazos de cuna cuando tuvieron que acurrucar a un bebé, con sus manos siendo sostén en malos momentos, con su voz siendo alivio para quien, afligido por las circunstancias, encontrase apoyo y comprensión.
Han estado delante de la tragedia y han hecho lo que fue preciso para ayudar en un incendio, en un accidente, en una inundación, durante la erupción de un volcán... Siempre han estado ahí. Sin importarles el tiempo, volcados en ayudar, en servir y proteger.
Es injusto que hoy sean maltratados de forma sistemática queriendo derruir lo que fue construido durante 178 años. Es inmerecido que, a causa de unos pocos que no han sabido que el honor es más valioso que unas monedas, todos sean juzgados de forma vil y olvidada su labor, su entrega y, por supuesto, la honorabilidad que demuestran cada día cuando visten con orgullo su verde uniforme y se enfrentan al día día con valentía y buscando mejorar la vida de personas que, como yo, los necesitamos para sentirnos seguros.
Gracias a la Guardia Civil, gracias a tantas mujeres y hombres que hacen grande a la institución. Gracias y mil veces gracias porque somos muchos los que nos sentimos orgullosos de vosotros y que sabemos que los malos tiempos pasarán pronto y no serán un obstáculo que nos impida ver la verdad, la única verdad: sois indispensables ahora y siempre.
MILAGROS DOMINGUEZ GARCÍA