El titulo no llama a engaño, “Desde el Berenjenal”, y es que hay ocasiones en que uno debe meterse en “un berenjenal”, en “camisa de once varas”, “meterse en el fango”, y esta es una de ellas.
Hoy vamos a hablar largo y tendido sobre lo que está ocurriendo con y en la Guardia Civil y de esos valores que forman parte de la idiosincrasia de la Institución y de los propios guardias civiles desde tiempo inmemorial, y os pido paciencia porque en este caso voy a extenderme un poco más de la cuenta
Me vais a permitir que me centre en uno de esos valores en concreto, el de la lealtad, y en su contrario, la deslealtad, más que nada porque etimológicamente provienen ambos de latín Lex (ley), aunque tengo claro que realmente no se refiere a los aspectos sociales y jurídicos de la ley, sino a asuntos de índole más bien moral, personal, subjetiva..., si seguís leyendo entenderéis por qué.
Sabemos que la deslealtad se define, en términos simples, como la incapacidad de una persona para sostener una conducta honrosa, como por ejemplo honrar a los grupos e instituciones de los que forma parte o que considera como propios, los guardias civles tenemos claro que nuestra lealtad está dirigida a la sociedad a la que servimos, a la Institución a la que pertenecemos y a los compañeros con los que cada día realizamos nuestra labor. Dicho de otro modo, una persona desleal es una persona propensa a la traición, en cuyos sentimientos y criterios no se puede confiar.
La lealtad puede entenderse desde el punto de vista que atiende al honor, esto es, a la responsabilidad para con la palabra dada, o a la franqueza y sinceridad con la que se maneja el vínculo con alguien más, pero también se puede referir al cumplimiento de las reglas de juego, y en ese sentido es desleal quien hace trampas, engaña a los demás o responde únicamente a su propio deseo y beneficio, sea ministro, directora o general de la Guardia Civil
Hablando de deslealtad, algunos comportamientos desleales pueden ser, “Divulgar los secretos que alguien nos contó en un momento de intimidad” o “La denigración pública o publicitaria”. ¿Entendemos entonces que la lealtad determina el grado de confianza que se le puede otorgar a una persona o a una institución?, si lo habéis entendido, sabréis por donde voy a comenzar a meterme en el fango.
A algunos políticos no les gusta que nadie rebata sus argumentos, ni cuestione su “trabajo” o lo que quiera que hagan, es más, no sólo no les gusta, sino que cuando alguien lo hace, sea una persona, una institución o el Tribunal Supremo, deciden una huida hacia adelante, hacerse los ofendidos, los damnificados, los dignos, y contraatacar dejando claro la clase de personas que son…, recurriendo a la hipocresía; os suena lo de “En este gobierno tenemos unas cotas de decencia democrática muy importantes, como ejercicio de responsabilidad, ante las instituciones y ante la ciudadanía. Gámez ha tomado la decisión de dimitir y demuestra que tiene estándares muy elevados de decencia profesional, democrática y personal", palabras dichas por el ministro de Interior tras la dimisión de María Gámez
Pues bien, la “decencia democrática”, el “ejercicio de responsabilidad”, los estándares elevados de “decencia profesional, democrática y personal”, son sólo eso palabras carentes de sentido en boca de un político, mientras que la Guardia Civil, vapuleada socialmente por el propio Gobierno y sus socios, sigue manteniendo sus valores y sus principios inalterables al paso del tiempo.
Uno piensa y espera que cuando alguien se mueve en las altas esferas de la política, y que se dedica a gobernar nuestras vidas y en parte nuestras haciendas, será gente preparada, madura, ecuánime, justa, vamos lo que yo como guardia civil, entiendo como “gente normal”, imagino que a partir de lo de “gente normal”, alguien se dará por aludido y se auto calificará como “anormal” para enviarme a ese grupo, cada vez más numeroso del “nuevo fascismo”, y de ahí lo del subtitulo “Desde el Berenjenal”; pues bien, estamos equivocados, los perversos, los hipócritas, los mangantes, los abusones y los payasos también se dan en política, en la Guardia Civil o en el propio Gobierno, aunque debemos decir que se dan más en política, ya que en la Guardia Civil las manzanas podridas y los garbanzos negros se apartan inmediatamente, aunque ahora quieran hacernos creer otra cosa; es decir, nos vemos gobernados por gente sin sentido común, sin inteligencia y sin saber estar.
Son siempre los mismos, los que deciden utilizar la política para medrar, sin importarles a quien se llevan por delante, son intransigentes, intolerantes, que no aceptan que alguien con valores y principios, pongan en duda sus prácticas, que no poseen una preparación mínima para aquello a lo que han decidido dedicarse, y que reaccionan con violencia, crueldad, fanatismo y mentiras. Los mismos haciendo lo mismo, terroristas, independentistas y separatistas, sólo que, desde la política nacional, a la que entraron para romper España desde dentro y además lo pregonan sin ningún tipo de vergüenza y con total descaro, y lo peor es que desde el Gobierno les dejan y les hacen el juego, dándoles prebendas a cambio de apoyos.
El juego no ha cambiado, la Guardia Civil como vertebradora de la unidad de España, estorba y molesta a esta gente, estorba y molesta porque se enfrentó al terrorismo y ganó, estorba porque allí donde está presente sigue siendo ejemplar, eficaz y eficiente, su sola presencia molesta porque es la representación más cercana del propio Estado, siempre al servicio de la sociedad desde su histórica y natural neutralidad política, estorba porque la Guardia Civil no lucha con palabras rimbombantes ni con ideas políticas de ningún signo, sino con hechos fehacientes, con servicio, con valores y principios y eso, amigos míos, molesta porque es complicado de rebatir.
Pero sabiendo el político, taimado en su propia esencia, que sus palabras no valen lo mismo que los hechos, ni todas las ideas están igual de bien armadas que unos buenos valores y principios, sabiendo además que algunos políticos, de partidos o grupos minoritarios, ni siquiera tienen palabras ni ideas sensatas, más allá de aquellas que utilizan para atacar y amenazar al contrario, que suele ser la mayoría de la sociedad, han encontrado la forma de atacar a la Guardia Civil amenazando al Gobierno con quitarles su apoyo, y han comenzado una campaña de desprestigio utilizando exabruptos, insultos, ataques personales contra miembros del Cuerpo, falacias, libelos, calumnias…, que en algún caso han llegado al cese de excelentes guardias civiles y en otros a que algunos guardias civiles igual de excelentes, no puedan promocionar a un empleo superior, que depende exclusivamente del propio Consejo de Ministros.
Es el juego de los que no tienen nada que hacer, ni que perder, porque ni siquiera se les castiga cuando pasan la línea de la propia legalidad, es el juego de los que frente a los valores de la Guardia Civil utilizan el navajazo político y el ataque torticero por la espalda, que tienen que recurrir a malas artes, y que no les importa utilizarlas, aunque se retraten a sí mismos, y en ese juego ha entrado el propio Gobierno y el Ministro del Interior, podríamos decir que un buen magistrado no hace un buen político.
Hay una definición de político, en la película Octubre Rojo, que creo que define a la perfección lo que en realidad son algunos de estos seres iluminados, en una secuencia de la película, un asesor de la Casa Blanca la usa para definirse como político a sí mismo, “un ser embustero y tramposo, que cuando no está besando a los niños les estará robando sus caramelos”, los guardias civiles entenderéis el símil.
Desde Interior no se protege a la Guardia Civil frente a los fanáticos, al contrario, el propio ministro se muestra como un fanático más contra la propia Guardia Civil, cuando a pesar de su trayectoria como magistrado, el ego se le sube y decide recurrir y no cumplir la sentencia del Supremo ante el cese ilegal de Pérez de los Cobos, los favores hay que pagarlos y le toca a la Guardia Civil ser moneda de cambio.
A nadie se le escapa que el cese del Coronel Sánchez Corbí, corresponde a un pago al PNV, ese partido que en los peores años de ETA, negociaba con el Gobierno central a la vez que lo hacía con los terroristas, cuyos dirigentes jaleaban a los etarras para que moviesen el árbol para después ellos poder recoger las nueces; como es sabido que la transferencia de las competencias de tráfico en Navarra es un pago a las exigencias de los pro etarras de Bildu, siempre enredados en acabar con quien acabó policialmente con los asesinos de ETA; como es del dominio público que a esos pagos corresponden igualmente la supresión de unidades de élite de la Guardia Civil de Navarra, País Vasco y Cataluña, comunidades gobernadas precisamente por fanáticos, enfrascados en destruir España; tampoco se escapa al común de los españoles, que haya sido el propio Gobierno central quien haya preparado a los miembros de la ilegal unidad de Mossos d’Esquadra del Mar, como pago a la minoría independentista catalana, para quitar las atribuciones de la Guardia Civil del Mar, una medida ilegal porque se salta todas las competencias de las distintas policías de este país y la propia ley de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad; como otro pago a esos mismos independentistas fue el cese del coronel Pérez de los Cobos, o el del coronel Corrosano, jefe de Comandancia de Melilla, que sin comerlo ni beberlo, fue cesado por el propio ministro para que la mierda no le salpicará a él, tras el cese, pro terroristas, independentistas y nacionalistas, y partidos de la propia coalición, que ya en 2016 llevaba en su programa electoral, concretamente en el punto 26, “la supresión de la Guardia Civil por ser una policía represora y franquista”, la ignorancia ciega a los ignorantes que ignoran cegados por su propia bilis que la Guardia Civil fue garante de la legalidad vigente y por eso fue reconocida por el propio Gobierno de la República, todos ellos decidieron, que la comisión que solicitaban sobre unos hechos acaecidos antes de la llegada del cesado coronel, para investigar al ministro, derivase para investigar a la propia Guardia Civil, que había actuado en todo caso, con el material y los protocolos enviados y establecidos por Interior. Tampoco escapa a nadie la imagen de cuatro tenientes generales tras la ya exdirectora general en el momento de anunciar su dimisión, una orden política dada desde interior y una imagen que igualmente servía para poner en cuestión a la cúpula de la Guardia Civil y a la propia Institución.
Mientras la Guardia Civil sigue siendo vapuleada, a pesar de que cualquier caso de corrupción, cualquier conducta inmoral o que atenta directamente a los valores y principios del Cuerpo, es atajada desde el propio seno de la Institución, al contrario de lo que hacen los políticos que entre ellos se tapan sus vergüenzas, culpando al de al lado, los guardias civiles siguen sirviendo de forma ejemplar a la sociedad y ofreciendo su vida y perdiéndola en pos de la seguridad y la convivencia, como ha sido el caso del agente de Tráfico de Oviedo, fallecido en acto de servicio protegiendo con su vida la de decenas de niños que participaban en un trofeo de ciclismo; ante estos gestos de lealtad, de valentía, de vocación de servicio, de espíritu benemérito, no pueden todas las campañas de desprestigio orquestadas contra la Guardia Civil, ni la deslealtad de un ministro..
Descansa en Paz, compañero Dámaso.