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cabeceratribunabenemerita

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Lo demandó el honor y obedecieron,
lo requirió el deber y lo acataron;
con su sangre la empresa rubricaron
con su esfuerzo la Patria engrandecieron.

Tras el asesinato sin miramientos y de forma consciente de dos de nuestros compañeros en Barbate, no puedo ocultar mi tristeza, mi rabia y mi impotencia por lo sucedido, tras el dolor contenido, cuando el duelo aún no ha pasado, porque os puedo asegurar que el dolor nunca pasa, y esperando que ese dolor contenido no crispe mis palabras, siento la necesidad de escribir lo que siento, sin  ser politicamente correcto y sin hipocresías.

Junto a la noticia del asesinato de nuestros compañeros, asesinato sí, porque no olvidemos que se considera asesinato al hecho de que una persona cause la muerte de otra y lo lleve a cabo con alevosía, no olvidemos que en la alevosía el asesino se aprovecha de la indefensión del agredido, cuando ejecuta su acción de forma súbita e inesperada, por sorpresa, asesinato sí, porque arremeter contra la embarcación de la Guardia Civil, no fue casualidad, nuestra embarcación, porque la embarcación contra la que los asesinos arremetieron, es nuestra, de la sociedad, como lo es la Guardia Civil, nuestra Guardia Civil, como lo son sus agentes, nuestros agentes, estaba convenientemente identificada, mantenía además los dispositivos ópticos y acústicos funcionando porque intentaba detener a unos asesinos, a sus propios asesinos, y a pesar de ello estos arremetieron con premeditación, con alevosía, sabiendo el daño que iban a causar contra los guardias civiles, junto a la noticia decía, nos llegaban una imágenes de la persecución y del accidente, una imágenes grabadas por auténticos necrófagos sociales, seres irracionales que jaleaban y reían y que tras el choque y la muerte de los nuestros, reían, jaleaban y se alegraban.

Perdonadme, si pienso que una sociedad en la que caben seres repugnantes como estos, sin moral, sin ética y sin valores, es una sociedad enferma, perdida, una sociedad cuyo único futuro es su propia autodestrucción y hacia ello vamos.

Es difícil entender el grado de maldad humana, la depravación de quien se cree humano, lamentablemente no solo la que demostraron los asesinos, sino la maldad y la depravación de quienes tras el asesinato se alegran de la muerte nuestros compañeros caídos, sigo sin entender, como hay personas que creen que estas muertes no les son cercanas, como creen que estos asesinatos, el asesinato de nuestros servidores, no les afecta también a ellos, pues estos actos también van contra la sociedad, no entiendo como hay personas que cuando se agrede a quienes tienen encomendada nuestra protección y nuestra seguridad, también se atenta y se agrede al conjunto de la sociedad, incluso a ellos mismos, a los que jalean a los asesinos para que acaben con nuestros protectores, cuando festejan y aplauden las muertes de nuestros compañeros, de nuestros guardias civiles.

No es la primera vez, no será lamentablemente la última, porque la maldad humana, la depravación no tiene límites y como auténticos necrófagos sociales, carroñeros humanos escondidos en las redes sociales, cobardes, acechando, esperan que uno de nosotros caiga para salir de la caverna, del antro en que sus miserables vidas les mantienen encerrados, para saltar como buitres, como hienas humanas, para intentar matar un poco más, a los que quedamos aquí, sumidos en el dolor por el compañero, el amigo, el familiar caído y para volver a asesinar a los que cayeron.

Este caso no es distinto, y cuando aún estábamos preguntándonos, sin querer creer, esperando que la noticia no fuese cierta, estos necrófagos sociales, estos carroñeros humanos y cobardes, volvieron a hacerlo, a ampararse en las redes sociales, para subir un vídeo jactándose, alegrándose, para humillarlos, para asesinarlos socialmente un poco más.

Los necrófagos sociales son manada y actúan como tal, cuando el primero cae sobre su víctima, se envalentonan estos seres escondidos en el inframundo de las redes sociales, parias intelectuales, indigentes culturales, amorales sin principios, hacen lo propio, son el contrapunto de lo que son y representan nuestros guardias civiles, que al contrario de estos anormales, son ejemplo de altruismo, personas excepcionales que están dispuestas a arriesgar su vida para proteger a la sociedad de ella misma, para salvar la vida de quien se encuentra en peligro, lo demuestran cada día de su vida; a los guardias civiles su trabajo les trae alegrías, la alegría de comprobar que sus acciones dan seguridad, dan protección, salvan vidas, mientras lo que demuestran estos infra seres es la tristeza que albergan en sus vidas vacías.

Los peores necrófagos sociales, los peores carroñeros humanos, tienen sus referentes en los necrófagos políticos, estos se creen seres superiores, aunque no dejan de ser verdaderos desechos sociales como sus acólitos, se arrogan de una fuerza moral sobre los demás a sabiendas de que carecen de toda moral, humana, social y por supuesto política, no han entendido que nuestros compañeros no han fallecido, han sido asesinados, no han entendido, o no quieren entender, que sin medios adecuados y sin personal suficiente para luchar contra los delincuentes, contra los asesinos ocurren estas cosas, no han entendido que con bonitas palabras, con visitas fugaces, con promesas que nunca se cumplen, nuestros guardias civiles mueren, que con el “consabido pésame”, -los que vivimos los peores años del terrorismo recordarán de lo que hablo-, no se soluciona el problema, y nuestros guardias civiles mueren, que cuando estos servidores públicos les piden medios, personal, que se declare la zona en la que han sido asesinados nuestros compañeros, como “zona de especial singularidad”, ellos se muestran arrogantes y miran hacia otro lado, nuestros guardias civiles mueren.

Hoy líderes políticos, arrogantes, a los que les cuesta mirar a la cara a las personas con principios, con valores y que, en algunos casos, se alegran, les resultan indiferentes, o peor aún, les molestan estos asesinatos porque les saca de su zona de confort, políticos, también culpables de estas muertes, porque para llegar a sus sillones y que nadie se los quiten, protegen a los delincuentes y dejan solos a quienes nos deben proteger, políticos peligrosos, porque tienen los medios para acabar con el problema y miran hacia otro lado, porque hoy es políticamente incorrecto ponerse al lado de los buenos, políticos oportunistas, que aprovecharán la muerte de los servidores públicos para lanzar sus arengas, políticos necrófagos, que aprovecharán para hacerse la foto junto a los féretros de nuestros guardias civiles asesinados, pero que mañana se olvidarán que hay servidores públicos intentando luchar contra la delincuencia, sin medios, sin personal, hasta la próxima muerte, hasta el próximo asesinato, hasta la próxima foto junto al féretro

Necrófagos políticos, incongruentes, viciados política y socialmente en sus discursos y en sus actos, carroñeros a los que les molesta que los guardias civiles, aún sin medios y solos, sigan rigiendo sus actuaciones con valores y principios, de los que ellos carecen, que les molesta ver, que aunque sigan cayendo por el abandono, la desidia y la incompetencia a los que les tienen sometidos, los agentes de la Guardia Civil seguirán estando allí donde se les necesite, en las circunstancias más difíciles, a pesar de todo, que no entienden que a pesar de que uno de nosotros caiga, el resto estará dispuesto a darlo todo por la sociedad y que además lo hacen sin esperar nada a cambio, olvidan estos indigentes políticos y sociales, carentes de valores y principios, carentes de moral, que los guardias civiles son personas excepcionales, con valores elevados, con principios inquebrantables, que seguirán arriesgando su vida para salvar incluso la de sus propios asesinos si fuese necesario, olvidan que son leales al juramento, a la promesa dada, y que sin miedo, cada día, salen a la calle para acatar lo que la sociedad y sus propios valores y principios, su código de honor, les exige:

Lo demandó el honor y obedecieron,
los requirió el deber y lo acataron ;
con su sangre la empresa rubricaron,
con su esfuerzo la Patria engrandecieron.

Fueron grandes y fuertes, porque fueron
fieles al juramento que empeñaron.
Por eso, como valientes lucharon,
y como heroes murieron.

Por la Patria morir fue su destino,
querer a España, su pasión eterna,
servir en la "Guardia Civil", su vocación y sino.

No quisieron servir a otra Bandera,
no quisieron andar otro camino,
no supieron vivir de otra manera..

Antonio Mancera Cárdenas
Director de Tribuna Benemérita